CAMPAÑA 2007: DE USHUAIA A COMODORO RIVADAVIA

Queridos seguidores y miembros:

Como cierre de la expedición de verano 2007, nos acompañó un grupo de entusiastas aspirantes a miembros de la Asociación que querían colaborar en la navegación y en la búsqueda de vestigios de la presencia de submarinos alemanes en zonas de la costa argentina.
Dejo contar esta experiencia a un invitado especial para este viaje: Charlie Mey, director del Foro Histarmar. (http://www.histarmar.com.ar)

"Como venían algunos invitados que al parecer jamás habían estado en un buque las bromas fueron continuas y variadas, a uno se le hizo traer ropa "sport elegante" para el cocktail de la noche (!) a otro le pidieron que trajera su bordeadora de césped para "sacar el hielo de cubierta" y cosas por el estilo. Nuestro cocinero de a bordo tuvo la mala suerte de caerse en la ducha esa noche (en el puerto con mar en calma) y se fracturó una mano, así que al día siguiente nuestro "Doc", Jorge Arias, lo tuvo que llevar a enyesar y de ahí en adelante se improvisaron los turnos de cocina con los compañeros de viaje.


Canal de Beagle y Estrecho de Le Maire

Nos quedamos en Ushuaia hasta el lunes 19, saliendo al mediodía. El Canal de Beagle lo enfrentamos con un mar calmo, día soleado y fresco, con poco viento aunque nos habían avisado que para la noche podría andar por los 40 nudos. Todos en cubierta sacando fotos, disfrutando del paisaje y acomodándonos en general al buque y sus movimientos. Yo estaba tratando de tomar imágenes de los faros, balizas, buques que pasaban y buques naufragados, en lo que fracase estrepitosamente, ya que con el afán de usar un lente nuevo y películas, en vez de digital, el resultado fue desastroso.
Los restos del buque de pasajeros Sarmiento se ven como una línea lejana de oxido, hay que acercarse mucho para ver detalles, el Logos no lo encontré, seguramente lo pasamos ya de noche, Harberton eran unas manchas blancas de edificios lejanos. Sí pude tomar buenas imágenes de algunos buques que nos pasaban de frente.

Se hacía de noche y refrescaba, además estábamos dejando la protección de la Isla Picton, así que nos fuimos para adentro, a disfrutar de unos buenos tallarines con tuco. Mal lo íbamos a disfrutar. El Ice Lady comenzó a cabecear de lo lindo. Yo, canchero, no me había mareado nunca antes así que pensaba que no me pasaría aquí y les daba consejos a los novatos. La mayoría - excepto la experimentada tripulación - hablaba de diferentes tipos de remedios contra el mareo. Para hilaridad nuestra, el Dr. Jorge Arias le sugirió a algunos que se ataran un hilo en la lengua para no marearse, cosa que algunos quizás probaron en secreto, pero también hubo parches antimareo, píldoras de diferentes tipos y remedios varios.

Poco surtió efecto. Yo ni pensé en cenar ya que la cosa venia mal, cuando me quise parar fue el desastre. Cuando pude salir del baño mas cercano, hecho bolsa, me agarré como pude para llegar al camarote, tomé un Dramamine y dormí como un tronco hasta la mañana siguiente, así que estuve inconsciente durante lo peor. Los demás fueron a cenar los famosos tallarines, pero poco duraron con hambre, solo los tripulantes los disfrutaron, el resto se mareó maaaaal. Y los tallarines quedaron para los peces.

De allí en adelante varios se querían bajar en el primer puerto disponible, que no lo habría hasta varios días después. Uno, grandote él, no quería "ver agua nunca mas en su vida" jalonado con epítetos varios y hasta juraba que al regreso taparía la pileta de su casa. Otros, ilusionados mas tarde con bajar en la hostería "El Pulpo de Oro" (inexistente) de Puerto Huevo, se aguantaban como podían.


Isla de los Estados

No hay palabras para contar todo lo que experimentamos allí, así que no contaré todo. A las 06:30 me desperté ya con mar mas tranquilo, estábamos entrando en la protegida Bahía de San Juan de Salvamento. Ver las montañas que caen a pico hacia el mar, el agua totalmente transparente, la espesa vegetación, el colorido, las nubes constantes en los picos mas altos, disfrutar los silencios y los sonidos del viento. Es espectacular y realmente para hacer alguna vez en la vida. Anclamos al fondo de la Bahía, donde se veía un cartel que decía "Reserva Provincial Isla de los Estados" y donde hay un camino marcado hacia el Faro de San Juan de Salvamento, mas conocido como el Faro del Fin del Mundo. Bajamos en gomones a mirar la isla desde el agua y recorrer las costas de la bahía.

Allí había gran cantidad de "Cachiyuyos", largas algas que hay en casi todas las islas patagónicas y que complican la navegación por el amplio espacio que ocupan y la profundidad desde la que suben a la superficie, lo que las hace larguísimas y que se enreden en las hélices. También experimentamos los famosos "Williwaws" corrientes de viento que bajan de golpe a gran velocidad y que golpean de "sopetón". A veces se las ve venir por el movimiento en el agua, otras no y nos empapaban con la lluvia que traían. La temperatura era de unos 8,6 ºC, así que todos con ropa de agua y abrigos.

Una vez que nos dimos un atracón de paisajes, salimos  a las 14 hs de la protección de la Bahía de San Juan de Salvamento para dirigirnos hacia la Bahia Basil Hall. Pero no esperábamos (los legos) encontrarnos otra vez con el mar embravecido. Menos mal que por lo menos era de día y se veía lo que venia. Así que ya preparados fue mas divertido, aunque no para todos ya que algunos sucumbieron en las garras del mareo otra vez, pobres. Para el resto era cuestión de agarrarse bien y no caminar mucho. Con olas bastante grandes de un lado, la corriente del otro y el viento de todos lados, el mar era un  hervidero de muy difícil lectura para un timonel, por lo que había que seguir la derrota y aguantar. El pobre Ice Lady aguanta realmente bien, se movía en tirabuzón, cabeceaba, rolaba, despedía agua por todos lados, pero seguía firme el rumbo. Pudimos hacer bifes con puré, pero era medio difícil comer ya que se movía el plato y el puré se quería salir por el borde de la fuente, tomar algo era más que difícil, ya que la mitad del líquido nos quedaba en la cara. Por las dudas otro Dramamine y a dormir la siesta, que fue una excusa para tirarse en algún lado mas o menos estable.

Al despertarme estábamos entrando en otro mundo, una bahía tranquila, soleada, muchos cachiyuyos pero ningún Williwaw, una pequeña isla en su centro, pájaros, un paraíso. Aprovechamos para hacer un buen asadito en cubierta de un corderito patagónico que esperaba en el freezer. Una maravilla que seguimos disfrutando al dia siguiente.


Salida y larga navegación
Salimos el miércoles 21 muy temprano hacia el norte, rumbo cero directo. Pasamos por la Isla Observatorio, donde esta el Faro que reemplazó al del fin del mundo (...)

Nos dijeron que una vez que pasáramos la latitud de 50º el mar se calmaría y así fue. Ese día fue largo, movido con mar de frente todo el tiempo, así que el cabeceo era muy cansador, pero ya estábamos hechos "viejos lobos de mar" y nos acostumbramos a caminar  y  agarrarnos sin golpearnos. Hasta podíamos beber sin salpicarnos! El baño era otra cosa, realmente no es fácil afeitarse, ducharse y mucho menos hacer otras cosas, hay que agarrarse con dos manos...Cocinar realmente no se podía, así que sándwiches de cordero frío y nada mas. Por lo que nos metimos en la rutina diaria de tres días sin ver tierra.

Al día siguiente se confirmo lo que nos decían, al pasar los 50 el mar estaba distinto, mas calmo y con aves de todo tipo. Menos mal que estaba Juan Pablo Seco Pon, un ornitólogo joven que estaba haciendo un trabajo sobre avistaje de aves marinas, quien nos decía qué aves se veían, su tipo, hábitos, etc. etc. Petreles varios, un enorme albatros errante, petreles enanos, de todo. Pablo tiene un conocimento enciclopédico y muy interesante, pero no me quedó mucho así que me  recomendó unos buenos libros para refrescar los datos. Increíble la cantidad y variedad que hay en el mar, lejos de la costa, realmente aprendimos mucho sobre ellos.

Nos cruzamos un par de veces con delfines manchados que venían viajando hacia el Sur, pero nos acompañaron unos buenos ratos jugando en nuestra proa. Las fotos y películas dan fe de ello. No vimos ballenas ni otros mamíferos, lamentablemente.

Cuando pasamos Puerto Deseado tuvimos señal de radio (aunque no de celular) y justo escuchamos al amigo Cristian Murray hablando de los restos de un barco histórico hallado en Madryn. Hasta el regreso a Comodoro no tuvimos otra señal radio, lo que muestra lo lejana y poco habitada que está nuestra Patagonia.


Bahía Bustamante

Llegamos a la zona de Puerto Huevo a la noche, varios convencidos de que bajaríamos al día siguiente para un buen almuerzo en el "Pulpo de Oro", inclusive hablamos por radio desde el puente (con una compañera de viaje que estaba a popa) reservando 15 cubiertos, centolla, asado de cordero, dos bungalows para pasar la noche y un transfer a Comodoro Rivadavia para la mañana siguiente. Todo con las carcajadas escondidas de los que conocíamos la broma, a expensas de los pobres que se mareaban y que no veían el momento de bajarse del buque. A la tarde del día siguiente se dieron cuenta, pobres, me imagino la desilusión que habrán sentido, perder el transfer a Comodoro, dormir en una cama que no se movía...

Pero fue compensado ampliamente con el paisaje de Isla Leones. Desembarcamos en los gomones en varios grupos, algunos bajamos y formamos un grupo para recorrer las playas de un modo metódico, buscando elementos históricos o interesantes. Esa búsqueda fue complicada ya que hay pocas caletas con playa en la isla y debieron modificar su recorrido incontables veces, para poder volver a la costa. Otros subieron directamente al Faro y de allí bajaron a la Bahía de los Franceses, a ver las instalaciones que quedaron, la lobería cercana y los miles de pájaros que anidan, se alimentan y vuelan allí. Otro grupo se dedicó a rodear la isla por agua y un tercero a bucear, como se describe en las siguientes páginas. Ciancio y Godio encontraron los restos de un buque hundido (pecio), así que esta expedición entró en la historia con esto."

Creo que no falto detalle en este completo relato de lo sucedido y que les haya resultado apasionante como lo fue para nosotros vivirlo.

Hasta la próxima
Guillermo May