Campaña Antártida 2006



Tercera parte

Queridos amigos:

El jueves 2 de febrero amaneció nublado, frió, pero el viento había calmado lo suficiente como para salir a cumplir una de nuestras misiones. En dos gomones, un grupo formado por Jorge May, Carlos Vairo, José Tejo, Pepi May, Alejandro Palmeyro, yo, el camera Pablo Ciancio y el fotógrafo Juan P. Pereda salimos rumbo al refugio Keller con el objetivo de verificar si allí había habido actividad ballenera.

Al llegar a la zona, no pudimos localizar ningún resto del refugio, posiblemente por la actividad posterior de los brasileros en el mismo lugar, pero si una impresionante cantidad de huesos de los perseguidos cetáceos desparramados a lo largo de más de dos mil metros de costa. Registramos fotográfica y fílmicamente el lugar y cruzamos la bahía al siguiente posible lugar, que esta actualmente ocupado por una base peruana.

Estábamos ya un poco mojados y con frío, así que no pudimos negarnos a la hospitalidad del jefe del grupo a pasar adentro de la base peruana. Allí nos ofrecieron café o pisco sour y decidí que lo segundo iba a ponernos de mejor humor que lo primero. Fue un acierto.

La conversación con el jefe Ulises fue lenta y desconectada en el inicio, mientras esperábamos que un ayudante hiciera el cocktail peruano al ritmo de los tiempos altiplánicos. Pero cuando llegó con la bandejita plena de copitas espumosas empezaron las sonrisas cómplices. El consabido brindis y el sabor agridulce y alcohólico bajando por nuestras gargantas fue el inicio de la confraternidad latinoamericana. Al segundo pisco ya estábamos a las carcajadas, con las caras coloradas y las ideas menos claras.

Nos fuimos antes de hacer papelones. Tuvieron la gentileza de izar nuestro pabellón junto al suyo al despedirnos. Eso si, de ballenas, nada.

Nuevamente sobre los gomones, a todo motor sobre el mar helado, las caras coloradas al viento se fueron enfriando por afuera y los ojos se defienden lagrimeando. Siguiente objetivo: el refugio ecuatoriano. Allí se repitió el espectáculo del lugar llamado refugio Keller, con miles de restos de ballenas dispersos en amplios sectores de la costa gris. Después de tomar registros fotográficos y fílmicos y de dejar testimonios en el refugio, retomamos los gomones rumbo al Ice Lady Patagonia, adonde arribamos otra vez mojados, enfriados y hambrientos.

El barco nos reconfortó en todo, menos con una buena ducha, porque seguíamos con escasez de agua...

No se impacienten, sigo en el próximo news.
Hasta tanto
Guillermo May

info@buquepatagonia.org