UN AÑO EN ANTÁRTIDA

por José Luis Rincón


Comenzado el año 1975 y una vez finalizado los 3 (tres) años de estudio que requería la Escuela de Mecánica de la Armada, con el diploma de Meteorólogo y el grado de Cabo 2do, fui destinado a la Base Aeronaval Comandante Espora en el mes de febrero, lugar donde también se encontraba destinado el Cabo 2do Meteorólogo Leonardo Bustamante, allá por el mes de julio o agosto escuchamos o nos enteramos acerca de la posibilidad de poder ir a la Antártida, para lo cual nos interiorizamos y nos dijimos ¿Y por qué no? Fue así que hablamos con nuestro jefe y quedamos anotados como voluntarios para ser integrantes de la dotación que pasaría una invernada en el Continente blanco o sea un año en un mundo totalmente desconocido para nosotros.
El tiempo pasó, llegó fin de año y por ende las licencias anuales comenzaron, casi promediaba el mes de diciembre, con mi bolso viajé hasta General Deheza, en la provincia de Córdoba. Si bien soy nacido en Ucacha,

también en Córdoba y distante unos 50 kms de Deheza, es este lugar donde aún hoy conservo toda mi familia paterna y en Ucacha, claro está la familia materna, pero en Deheza fue el lugar donde curse mis estudios primarios hasta el año 1967, por ende aún viven en esta ciudad mis amigos y compañeros de escuela, inclusive mis hermanos y es el lugar que aún hoy conservo mi casa (con los ahorros de aquella invernada). Al salir de la Base Aeronaval Comandante Espora, dejé la dirección como que pasaría mi licencia en Ucacha junto a mis abuelos, seres estos con los que conviví hasta que opte por ir a la Escuela de Mecanica de la Armada (ESMA), allí en el campo del Di (así era el apodo que tenia mi abuelo Antolin, impuesto por este relator y que significaron mis primeras palabras) y mi abuela Pierina (la NONA), olvidado ya lo de la Antártida por que NO PASABA NADA, la dirección de Deheza ni la mencioné, debido a que solamente pasaría allí unos pocos días y el resto lo haría en Ucacha, grande fui mi sorpresa, cuando un caluroso día de diciembre apareció mi tío Beto en su viejo camión Bedfore buscándome, "Negro, te están buscando desde la Base Espora, urgente, debido a que te tenes que ir a la Antártida" fueron las palabras de mi tío, cargué mi bolso en el Bedfore y salimos rumbo a Ucacha, pase a saludar a mis abuelos y desde Ucacha a Bahía Blanca me fui, al llegar a la Base Espora ya me estaban esperando con toda la documentación, llegué a la mañana y a la noche estaba viajando para Buenos Aires una vez llegado fui informado que se instalaría una Base en una de las islas del Grupo de Islas Thule del Sur y que junto a Bustamante habíamos sido seleccionados para ser los meteorólogos del Destacamento Naval Corbeta Uruguay (así se llamaría la nueva base).


Antes de partir

Revisaciones médicas de todo tipo nos hicieron en el viejo Hospital Naval (hoy Hospital Durand), el 1º de enero de 1976 a las 1800 hs tenía que presentarme en el Hospital donde quedaría internado para ser operado de apendicitis, y así fue, mi compañero Bustamante había sido operado el 31 de diciembre por la mañana, ¡¡no se dan una idea de la felicidad que teníamos al pasar 31 de diciembre y 1º de enero internados, operados y sin estar enfermos!! (por suerte), el 2 de enero bien temprano fui operado, (todo aquel que debe ir a hacer una invernada en la Antártida debe ser operado de apendicitis) Bustamante seguía internado y por lo tanto compartíamos la misma habitación, esa noche andábamos en sillas de rueda, ¡no se imaginan las carreras que corríamos por los pasillos y con los ascensores!, al ser dado de alta nos informaron desde el Servicio de Hidrografía Naval (lugar donde pertenecíamos) que nos podíamos ir por una semana a nuestros hogares, operado como estaba tome mi bolso me subí al tren y en Villa Maria me baje, desde ahí, esta vez fui a Deheza, cuando llegué a casa de mis tíos, Yolanda y Alfredo, me querían matar, llegué en una mano llevaba el bolso y en la otra la herida, así que me mandaron a la cama, al día siguiente tuve que recurrir al médico, debido a que se me había infectado la herida, mi organismo había rechazado los puntos, el médico me los sacó y esa semana fue de reposo, finalizado la semana tuve que volver a Buenos Aires, con la herida abierta, apenas si me vendó el medico en Deheza, y así tuve que viajar a Buenos Aires, fue en el Hospital Naval de Buenos Aires donde se ocuparon de la desinfección y curaciones, el día que teníamos que viajar se acercaba, se imaginan, era el mes de enero y lo único que existía de la Base Corbeta Uruguay eran sólo proyectos, por ende, los que teníamos que ir, debíamos construir todo, absolutamente todo, por lo tanto hasta que levantáramos nuestra base, debíamos vivir en carpas ¡¡¡¡ se imaginan vivir en carpa en la Antártida !!!! y si alguien quiere ir interiorizarse acerca de lo que es el grupo Thule que busque en Internet (por ejemplo)



y vea lo inhóspita que es la zona, el suelo vive temblando porque es zona muy volcánica y a su vez es una de las reservas mas grande del mundo de pingüinos (a estos se los puede contar por millones) crease o no pero uno vive pisándolos y por si esto fuese poco si hay viento norte las olas pasan por arriba de la casa y si hay viento sur también pasa lo mismo y viento ¿cuándo no hay viento en la Antártida? prácticamente siempre lo hay, pero todo esto nosotros lo desconocíamos, lo único era que realmente estábamos ilusionados con poder viajar a la Antártida, pero, pasó enero luego febrero y siempre nos decían lo mismo "la semana que viene se embarcan y se van" así semana tras semanas viajábamos a nuestros hogares, Bustamante a San Juan y yo a Deheza, despedidas, saludos lágrimas que por un año no volvíamos, pasaba una semana y otra vez estaba ahí, en mi casa, hasta que llegó el día en que se nos comunicó que todo se suspendía por ese año y la construcción se llevaría a cabo al año siguiente por lo tanto todos quedábamos como dotación y que en octubre o noviembre iríamos a Thule.
Transcurrió ese año preparando y alistando el material para aquella odisea, mientras tanto prestábamos servicios en el SMARA (Servicio Meteorológico de la Armada) y en el Servicio de Hidrografía Naval, más o menos en el mes de septiembre fuimos llamados por el jefe del SMARA y nos comunicó que de los dos meteorólogos que estábamos para ir, sólo lo haría uno, le planteamos la posibilidad de, ya que habíamos pasado tanto tiempo habíamos sido operados y estábamos tan ilusionados con el viaje, de ir uno a Corbeta Uruguay y otro al Destacamento Naval Petrel, a lo cual nuestro jefe considero lógica nuestra petición y accedió nos dió a elegir adonde queríamos ir y yo opte por Petrel y Bustamante por Corbeta Uruguay.


Antártida

El 11 de diciembre de 1976, junto a otros 11 compañeros abordamos un F-27 de la FFAA, en la Base Aérea de el Palomar, después de lágrimas, abrazos, besos y todos los cariños de nuestras familias y amigos ¡¡¡¡ esta vez era cierto!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡VIAJABA!!!!!, esta aeronave nos depositó en la Base Aérea de Río Gallegós, ahí abordamos un C-130 y así dió inicio mi epopeya Antártica, después de unas horas de vuelo en la "chancha" y sin aviso previo, parecía que el C-130 se desarmaba, debido a que brincaba, golpeaba ¡¡¡ no sabíamos que pasaba !!!!, el Tano Ditore (nuestro electrónico) estaba sentado a mi lado y profundamente dormido, al oír esos golpes se despertó y comenzó a gritar "Rincón nos matamos, nos matamos", traté de explicarle que estábamos aterrizando en la Base Antártica Marambio y que los golpes que se escuchaban era por el ripio con que esta hecha la pista. En Marambio abordamos un helicóptero hasta el buque Bahía Aguirre y en este después de unas horas de navegación llegamos al Estrecho Active, lugar que separa la Isla Dundee con la Isla D´Urville, con nuestro equipaje y a bordo de una lancha de desembarco nos llevaron a la playa, allí nos esperaba nuestro jefe el Teniente de Navío Lavarías, el bicho Moreno, Caburito Santa Cruz, y el Flaco álamos, estos habían ido unos días antes con el fin de hacerse cargo, para que cuando nosotros llegásemos, la dotación del 76 pudiese viajar de regreso al "continente" en el mismo vuelo que ha nosotros nos había depositado en Marambio, nunca olvidare mi primera impresión cuando pise suelo de Petrel, dejé caer todo el equipaje que llevaba en mis manos y no podía creer semejante soledad. Miré hacia atrás vi la imagen del Bahía Aguirre y juro, que si alguien me hubiese dado la oportunidad de abordarlo nuevamente, lo hacia,

no entendía cómo es que ¡¡no había un árbol!!, ¡¡ Por qué no existía el pasto verde!! Varias lágrimas rodaron por mis mejillas, una vez superado este shoc inicial emprendí la caminata hasta lo que sería mi casa durante los próximos 365 días, no me llevó demasiado tiempo el acostumbramiento, apenas llegamos comenzó el desembarque de lo que serían nuestros alimentos, materiales y el combustible para pasar la época invernal, así que tuvimos que ponernos a trabajar y acomodar toda la carga proveniente del buque, esta en la Antártida debe ser rápida, debido a que el tiempo se desmejora de un momento a otro y por ende el buen tiempo debe aprovecharse lo máximo posible, para así una vez finalizada nuestra descarga el buque debe zarpar y seguir viaje a las demás Bases Antárticas.
Esos primeros días había que aprovecharlos al máximo por la cantidad de luz solar y es cuando mejor tiempo hay, el llenado de los tanques de combustibles es el principal trabajo a realizar debido a que es el fundamental elemento para la supervivencia antártica, por el tema de la calefacción, así trabajando, se nos fue el verano. Se comenzaron a acortar los días y por ende también comenzaron a llegar las grandes nevadas, esto nos facilitaba la tarea del agua debido a que cortábamos bloques de nieve cerca de la casa la derretíamos en un gran derretidor y así nos hacíamos del agua, cuando no había nieve (verano) teníamos que ir a la playa, con el trineo tirado por la moto y "pescar" el hielo que había en el mar y transportarlo hasta la casa ¡¡¡Qué laburo!!!!

Pescando hielo para hacer agua

teníamos suerte que en verano había un chorrillo (pequeño arroyo que se forma producto del deshielo) que corría detrás de la casa y con bombas llenábamos nuestro tanque con agua pura y "fresca", es increíble lo cristalina que es el agua, debido a que no contiene impureza alguna. Los trabajos a realizar son variados, pero todos son de mantenimiento de la casa, el hangar, la usina, la frigorífica y la limpieza de la isla, si bien el objetivo fundamental es el hecho de que nuestro país tenga presencia con el fin de afirmar nuestra soberanía y como miembros fundamentales que somos del Consejo permanente de la Antártida y pioneros en materia de supervivencia (Orcadas 1902), debido a que fuimos los primeros en instalar una Base en este casi desconocido continente.

En mi caso en particular, al ser Meteorólogo, el trabajo lo compartía con el "Flaco" Plaza, por lo que hacíamos por turnos de 12 hs, de 0800 a 2000hs y de 2000 a 0800 hs, así fue durante todo el año a esto le sumábamos la guardia de "Ramona" (es aquel que se encargaba ese día de la limpieza de toda la casa, esta guardia excepto el jefe y los cocineros la cubríamos todos como así también era de todos el tema de hacer el agua), así que nosotros debíamos hora a hora realizar nuestra observación meteorológica y llenar las libretas correspondiente con datos de temperatura, humedad, viento, presión, visibilidad, nubes etc y cada tres horas confeccionar el SYNOP (información meteorológica codificada proveniente de una estación de tierra), esta información era transmitida por radio a la Base Aérea Marambio y estos a su vez la transmitían al Servicio Meteorológico

Nacional quien la enviaba a todos los usuarios nacionales e internacionales, en si me sentía orgulloso de ellos debido a que mi trabajo era por lo único que se conocía internacionalmente la existencia del Destacamento Naval Petrel, y también era parte de la investigación científica que el mundo de la ciencia lleva a cabo con respecto a las variaciones climáticas no solo antárticas sino globales, por ende la responsabilidad de hacer las cosas bien era mayor, y era para mi un placer salir hora a hora y caminar los casi 200 metros que separaban el campo meteorológico de la casa principal sin importar si el dia estaba excelente o sino se veía a 2 metros, el trabajo debía hacerse y lo hacíamos, mas de una vez en mitad de la noche y al no haber viento y sin luz de luna ¡¡ una oscuridad total!! Es de no creer pero, ¡¡¡Se podía oír el silencio!!! Y de repente, por un problema de dilatación de los metales saltaba la tapa de los tambores de 200 litros ¿saben los que es en semejante silencio que de buenas a primera se escuchara eso? ¡¡¡Parecía como que habían colocada una bomba!!! Ni les cuento la primera vez que lo escuche, ¡¡ se me congeló la sangre!! Me quede quieto, durante un rato y luego continué mi camino, recién al otro día me dijeron de que se trataba, como así también la primera que en vez de un tambor, pisé un pingüino ¡¡¡Pahhhh!!! ¡¡¡¡Casi me muero!!!! . ¿Se imaginan lo que es en semejante oscuridad pisar un bicho de estos, el grito que pega y que te salga de entre las piernas?

Pero son hoy estos hermosos recuerdos, como estar parado en el medio de la nada, en esa inmensidad blanca en pleno invierno, en una noche a plena luna y sin nada, absolutamente nada de viento, es increíble poder escuchar el silencio, poder ver el resplandor de la luna, pareciéndose un camino largo que comenzaba en la blancura de la nieve y parecía llegar hasta la misma luna. Pero también tiene su atractivo, en el momento que comienza a soplar y soplar el viento y parece querer desarmar el anemómetro (instrumento con que mide la intensidad del viento) y la aguja de este que comienza a marcar 60 - 70 nudos ráfagas de 80 (aclaremos que 1 nudo es igual a 1,8 kms por hora) o sea que cercano a los 150 kms/h la casa se mueve el viento silva ¿se imaginan la sensación térmica?

¿Tienen idea de lo que es un viento así después de haber nevado copiosamente durante toda la noche? La nieve es similar a la tierra, aquí en el continente (o el norte, tal cual como le llamamos los antárticos una vez que estamos allá) donde existe una hendija la nieve se filtra, el día de mas baja sensación térmica fue de 65º grados bajo cero, la temperatura real era mas o menos de 26º bajo cero pero por efecto del viento la sensación térmica siempre es mucho mas baja, cuesta creer, pero teníamos en el entretecho (lo utilizábamos como deposito de bebidas gaseosas, jugos y comestibles, los frascos de alcaparra en vinagre se reventaban como si nada, se imaginan las gaseosas, corríamos de un lugar a otro cuando escuchábamos la explosión y hacíamos apuestas que era lo que se había reventado, (naranja, cola, lima-limón), hubo que evacuar el entretecho ¡¡ Que manera de trabajar ese día!! Si no hacíamos eso nos hubiésemos quedados sin gaseosas, jugos y otros alimentos.


Perdidos

Cierto día nevó toda la noche, en absoluta calma, amaneció un día hermoso, nublado, pero mas blanco que nunca, nada de viento, como todos los días a las 8 de la mañana de lunes a viernes, desayunábamos y era ese el momento en que se daban las instrucciones para las tareas del día, fue un desayuno mas, a las 08 30 hs invierno o verano, salvo que la situación fuese demasiado desapacible las tareas se llevaban a cabo lo mismo, a las 08 30 me abrigue y Salí a recorrer los 200 mts que separaban el campo meteorológico de la casa, mientras el Flaco Alamo (el electricista) se encaminó hacia el generador distante a unos 500 mts de la casa y el Bicho Moreno y Caburito Santa Cruz (los mecánicos) salieron hacia el hangar que estaba a unos 600 mts de la casa, al salir fuera de esta todos nos saludamos y nos deseamos suerte, no veríamos a la hora del almuerzo, recuerdo no haber recorrido mas allá de la mitad del camino, cuando surgido de la nada o como si alguien de repente hubiese encendido un potente ventilador, comenzó a soplar un potentísimo viento, tuve que agarrarme de unos pasamanos hechos con soga, debido a la impresionante ventisca (ventisca es el fenómeno meteorológico de la nieve levantada por efecto del viento) realicé mi observación meteorológica como pude y regrese a la casa, a mi oficina para realizar el SYNOP (información meteorológica codificada), seguí agarrado al pasamanos, pero este en cercanías de la casa se terminaba, por ende comencé a caminar, al lugar donde supuestamente estaba la puerta por donde debía ingresar a la casa, cuando me di cuenta me encontraba debajo de la misma (esta en su parte norte esta construida de manera tal que entre el suelo y el piso de la casa son aproximadamente 3 mts) inclusive había pasado al lado de la casa de emergencia y no la había visto, todo esto parece increíble estar al lado de una casa y no verla en pleno día, pero quienes han estado en la Antártida saben que es así, desde adentro de la casa ya habían comenzado a llamar a quienes habían salido hacia el generador y el hangar, el flaco Alamo había llegado bien, ¿cómo hizo? Caminó mirando hacia arriba los 500 mts guiándose por el tendido de los cables de electricidad, se llamó al hangar, allí nadie contestaba fue una y otra vez, Alamo se traslado hasta el hangar, ya que estaba cerca y nos informo que tanto Moreno como Santa Cruz no habían llegado, nuestra preocupación fue grande y aumenta a medida que pasaba el tiempo y de ellos nada, fue que comenzamos a prepararnos y organizar una patrulla, habíamos buscado los elementos necesarios, como ropa de abrigo, brújula, sogas etc,
Debíamos ir todos los integrantes de la patrulla atada y también equipos de comunicación, estábamos listos a salir, cuando el Flaco Alamo desde el hangar nos dió la noticia que habían aparecido, gritos de alegría y aplausos por la aparición de nuestros compañeros fue lo que siguió ¿Que había pasado? El hangar, no es diferente a cualquier hangar que se utilice para guardar aviones o sea que las dimensiones del mismo son bastante considerables, en otros tiempo albergaba a 2 Pilotus -Porter y como la nevada había sido bastante considerable (cabe acotar que hacia varios días que venia nevando abundantemente) en algunos lugares no se podía caminar debido a que el manto de nieve acumulado era superior a nuestras piernas, por ende había que nadar sobre el manto blanco y hacer como los pingüinos, poner el pecho y desplazarnos con las manos y pies como si realmente estuviésemos en una pileta de natación¡¡ cuesta creer!! ¿Verdad? Pero es así y estos muchachos caminaron y caminaron sin tener un punto de referencia por lo tanto sin saber adonde irían, se dieron cuenta en un momento que se estaban introduciendo en el mar congelado, fue entonces que tuvieron que retroceder, tomaron un rumbo que ellos creían los llevaría de regreso a la casa pero para eso debían recorrer varios kms, desistieron de ello, fue entonces que hicieron lo que nos habían enseñado, lo ideal es hacer un reparo con la nieve y guarecerse en el hasta que el temporal amaine, esto es teórico, por que la práctica les dijo a ellos, que si se quedaban mucho tiempo en ese refugio se congelarían, motivo por el cual siguieron caminando con el fin de regresar a la casa, pero una y otra vez pasaban por el refugio que habían levantado o sea que la desorientación que tenían los hacia caminar en círculos, en un momento dado Santa Cruz le dio la impresión de pisar algo diferente, comenzaron a cavar con las manos y se encontraron con un tambor de 200 litros, que eran los tambores de combustible ¿adónde estaban los tambores? Al lado del hangar, en la parte sur del mismo, lo único que hicieron fue caminar unos metros y entrar por fin al hangar y aúnque no lo crean, estos dos individuos, en un primer momento pasaron caminando por sobre el hangar ¡¡¡ si por arriba del techo!!!, debido a que este estaba totalmente tapado de nieve, tanto en su parte norte como la zona sur, no así las puertas que dan al este y al oeste, una vez adentro del mismo fue el Flaco Alamo que nos comunicó las llegada de ambos, lo que desencadeno en nosotros gritos de vivas y abrazos, debido a que eran dos compañeros, que habían pasado un mal trance, pero gracias a Dios todo terminó bien.

Tareas de meteorólogo

Hay cientos de historias y recuerdos, anécdotas que es difícil de contar y enumerar, pero es una experiencia totalmente diferente a otras, el hecho de poder caminar sobre el mar, sobre el océano antártico congelado, jugar con las focas, lobos marinos y elefantes, correr detrás de los pingüinos o tirarse en la nieve para que ellos nos rodeen, con el fin de agarrar a uno para saber cómo es, poder tocarlo acariciarlo para después soltarlo, poder hacer kilómetros desde una isla a otra, caminando tomando todas las precauciones del caso, por arriba del mar, poder llegar hasta algún bandejon o témpanos de considerable tamaño que quedan varados en el Estrecho Active o Antartic, son vivencias únicas e irrepetible.
En la casa teníamos un perro antártico de los de raza siberiano (una belleza), que nos había regalado el personal de la Base Esperanza, debido a que no servía para el trineo, no recuerdo por qué, pero lo llamamos Navarrito, como meteorólogo debía, una vez por semana (en invierno) y todos los días en verano, informar el estado de las condiciones del hielo marino y esta era transmitida principalmente a los buques de distintos países del mundo que navegan por la Antártida,

fue por ello que debí buscar un lugar elevado donde (ayudado con largavista) pudiese observar el mar en todas sus direcciones, ese lugar esta distante unos 2 kms de la casa principal pero en cercanías de la usina, era una montañita de una altura considerable, que tenia muy buena vista hacia el sur este y norte, podía ver desde allí los Estrechos Active y Antartic, y hacia el sur, una isla que tiene una forma de Pan Dulce navideño y precisamente es así como es mas conocido, el Pan Dulce.

Cuando debía realizar mi observación glaciológica lo hacia acompañado de Navarrito, debido a que este estaba mas que acostumbrado a andar en la nieve, le colocaba el collar una soga y con el partía a hacer mi trabajo, una vez hecha mi observación emprendía el regreso, pero bajaba hacia la usina, lugar por donde había como un sendero para hacer esquí, es entonces cuando yo salía corriendo y por instinto Navarrito también y claro me pasaba, es ahí cuando me sentaba en la nieve y era arrastrado por Navarrito hasta la parte mas baja de la montaña, nunca, por suerte y gracias a Dios en ese CULI-SKY me tocó chocar con una piedra o algo así, porque se imaginan, como explicar lo que se me hubiese roto o mi huesito dulce se hubiese partido en dos.

Navarrito

El tiempo pasó y entre una cosa y la otra se nos fue el año, gracias a la ayuda de Dios es que tuvimos un gran grupo humano, fuimos buenos compañeros, solidarios unos con otros y por sobre todas las cosas, lo primordial fue la conducción de nuestro jefe el Teniente de Navío Carlos Lavarías, quien supo conducirnos, por que supo evitar el peor enemigo que puede tener un Antártico que es la monotonía y el aburrimiento, siempre tuvimos cosas para hacer, acompañara o no el clima, si estaba lindo y se podía trabajar al aire libre o sea fuera de la casa se trabajaba y si estaba malo los trabajos se realizaban dentro de lugares cerrados, pero en todos los casos el era el primero en salir, pero también era muy respetuoso, no solamente de las personas sino de todo lo que rodeaba al individuo, como por ejemplo de nuestros cumpleaños, los cuales se festejaban, el mismo día en que el individuo los cumplí

Mi cumpleaños número 23

a si hoy había uno se hacia el festejo y si mañana había otro se lo hacia, no se juntaba en un día todos los cumples, esa noche se llevaba a cabo una cena especial con torta, sidras y también regalos, que habíamos llevado nosotros cuando fuimos, (sabiendo de esto), y al día siguiente era asueto, únicamente se llevaban a cabo los trabajos de Ramona y hacer agua si era necesario, los que debían trabajar siempre eran los cocineros salvo los días viernes a la noche que se hacían pizzas y a estas las hacían quienes supieran hacerlas, con el tiempo fuimos varios quienes aprendimos y el sábado a la noche era tenedor libre, si querías comer ¡¡ hacete la comida !!

Después de haber transcurrido un tiempo de permanencia y al habernos aclimatado y acostumbrados a los horarios, recuerdo que cuando me tocaba hacer el turno que va desde las 20 00 hs hasta las 08 00 hs, junto al Flaco Plaza que era de especialidad o mejor dicho su profesión era ser Torrero (los que operan los Faros) pero aquí en la Antártida hacíamos meteorología, por lo tanto nos repartíamos el día en turnos de 12 hs, rotábamos los lunes, los días que me tocaba el turno de noche, mas o menos a las 2 de la madrugada, solían aparecer varios integrantes de la casa, sabiendo que en la cocina los esperaba un churrasco en la plancha, presas de pollos o algo pasa comer, con una humeante taza de café caliente o en todo caso el mate siempre estaba listo, comían algo conversábamos un rato y nuevamente se acostaban hasta esperar el horario de las 07 00hs de la mañana, que era el horario en que diariamente se levantaban, desayunaban y en la misma mesa de desayuno se planificaban las tareas a llevarse a cabo ese día, ¡¡¡ siempre lo mismo!!! Que monótono, pero era así y así se nos transcurrió el tiempo, claro que se extrañaba, se extrañaba a la familia, a la novia, los hijos, amigos, conocidos ciertos habitos, pero sabiéndolo ocupar (el tiempo) es llevadero y pasa, si tenemos que hacer algún tipo de comparación, digamos que éramos algo así como un Gran Hermano.
Los días pasaron, paso el invierno, poco a poco volvió la época en que el sol se volvió a ver mucho mas, recordemos que en pleno invierno lo veíamos apenas 2 o 3 horas por día el resto era penumbra y noche, antes de ir a la Antártida y como para ir aclimatándome había leído el libro "El País de las Sombras Largas" era tal cual, con la salvedad que no teníamos esquimales ni osos, con el transcurrir el tiempo y llegando a diciembre volvió el sol a brillar casi las 24 hs salvo 3 hs que se escondía detrás de una montaña, llegaba la época en que el personal de la Base Marambio nos llamaba y decía que preparásemos el asado que al otro día venían y así lo hacían, a veces traían personal de la Base Esperanza, aparecían con el amigo de los antártico que era el Twin Otter,

durante todo el año nos llevó la correspondencia que nos enviaban nuestras familias y amigos como así también los alimentos frescos como ser frutas y verduras, ¡¡saben lo que es comer una planta de lechuga!! ¡¡Un tomate!! Que no sea enlatado, poder pelar una naranja o una manzana y comerla, quizás la cosa más tonta y común en cualquier lugar, pero no en la Antártida ¡¡No se imaginan el valor que esto tiene!! Era un verdadero placer, digo era, por que aún lo debe seguir siéndolo para todos aquellos que hoy están en cualquier lugar de la Antártida y sin importar la nacionalidad que sea.
A medida que llega fin de año y desde el mes de octubre, comienza nuevamente el movimiento en el continente blanco, buques de diferentes nacionalidades, aviones, personal y los días, es como si empezaran a transcurrir mas lentos es como si el reloj tuviese mas horas, eso pasa por las ganas que empezamos a sentir de regresar de vuelta a nuestros hogares el deseo de volver a ver a los nuestros se incrementaba se vuelve traicionero el tiempo, no llegaba nunca el día que queríamos ver anclado en el Estrecho Active al Bahía Aguirre, que era el buque transporte que debía llevarnos de vuelta "al continente" o al "norte", como le llamábamos a la parte continental Argentina, pero como todo en la vida llega, ese día llegó, jubilo y alegría, de vuelta a casa ¡por fin a casa!. Son momentos difíciles de describir, ¡¡¡hay que vivirlos!!!
Hay que estar en la piel de cada uno de los que estuvimos en la Antártida y de los que actualmente están allí, si bien es grande la alegría de volver, del regreso, también esta la congoja, la tristeza, no fue un día, no fueron unas vacaciones las que pasamos, ¡¡fue un año!! Si un año de nuestras vidas en ese inhóspito lugar, un año conviviendo con ella, un año que nos permitió vivir, reír y por que no llorar, un año de alegrías y también de tristezas.

La Antártida es como la primera novia, la ves, la conoces y te enamoras de ella, es mas, cuando la dejas queres volver, deseas estar nuevamente con ella, aúnque mas no sea un momento, deseas verla, toquetearla, mimarla y sentirla nuevamente, pero con el respeto que ella se merece. La Antártida es hermosa, se la extraña ¡¡Pero ojo!! Se la debe respetar, ella te exige respeto, si con ella te equivocás esa equivocación la podes pagar muy caro, muchas vidas han quedado en ella, muchos sueños se han truncado, pero muy difícilmente sea culpa de ella, sino que normalmente es precisamente por la falta de respeto, la mayoría de los casos es por equivocaciones nuestras, de los seres humanos, ella acepta errores pero pequeños, mínimos, los mas grandes suelen pagarse con la vida, se la debe respetar, esto quiere decir que cualquier cosa o acto que uno deba realizar debe planificarlo hasta el mínimo detalle, el azar no cuenta, por mas que fuese por trabajo, por estudio, investigación, por aventura, en la Antártida deben tomarse todos los recaudos necesarios desde la planificación del lugar a recorrer y el objetivo, el abrigo a llevar, el sistema de comunicación, el estado de los materiales a utilizar hasta saber cual ha de ser el estado del tiempo, el tiempo en si que a de demandar el emprendimiento y claro está los alimentos,el material sanitario, no hay que olvidarse que el lugar donde estamos es normal que nuestro organismo tenga que soportar temperaturas de 56 o 60 grados bajo cero vientos de 100 o 150 kms por hora, por todo esto es que a la Antártida no hay que desafiarla hay que tenerle respeto, que no es lo mismo que miedo, simplemente respeto.


El regreso

Y nuestro regreso comenzó, ese día llegó, era esa rara sensación de querer regresar, pero también nos embargaba esa sensación de abandono de ese lugar tan querido, pero ya estábamos a bordo del Bahía Aguirre, con nuestro regreso en marcha, no interesaba si teníamos que dormir vestidos en la bodega del buque, no importaba si hacia tanto frío adentro como afuera, no interesaba si nos habrían la tapa de la bodega del buque y nuestro dormitorio quedaba a cielo abierto tampoco interesaba si antes de regresar debíamos hacer un viajecito de unos 10 días hasta las Islas Orcadas, total días mas días menos estábamos en camino de regreso a nuestros hogares, en ese viaje veníamos de regreso aquellos que habíamos pasado un año, en las Base Alte Brown,

Orcadas y por supuesto casi todos los que habíamos estado en Petrel y digo casi todos debido a que un grupo pequeños de nuestros compañeros junto al Teniente Lavarías debieron quedarse en la Base un par de meses mas por que fue ese el ultimo año en que se hizo una invernada en ese estupendo lugar, una verdadera lastima abandonar esa base, pero así fue, fue el ultimo, en ese viaje nos conocimos personalmente aquellos que durante el año nos habíamos estado comunicando y a su vez conversando por radio, como por ejemplo los meteorólogos. Después de unos 10 días de viaje llegamos a Ushuaia, la ciudad mas austral del mundo y por fin el continente, el norte tan extrañado, otra vez la vida normal?, nuevamente ver autos, negocios, gente otra vez la vida y en Ushuaia ir a comer a un restaurante ir a tomar un wisky o una cerveza al Faro o a lo de la Tía Petters, otra vez la normalidad.
Después de 2 o 3 días en Ushuaia, abordamos el Hércules C-130 con rumbo al Aeropuerto de El Palomar, el viaje se hace lento las horas no pasan, claro está que eso era para nosotros que teníamos unas enormes ganas de llegar, pero al fin llegamos, bajamos del avión y con Ditore, aquel que tenia miedo de morir al aterrizar en Marambio, nos vimos envueltos en un abrazo y llorando, volvíamos, nuestro sueño se había cumplido, estábamos orgullosos, contentos de haber logrado nuestro propósito, nuestra misión había sido cumplida, habíamos dejado un año de nuestras vidas, allí en la Antártida. Habíamos soñado y nuestros sueños estaban realizados, hoy sigo soñando han transcurrido casi 30 años, y me gustaría que al despertar alguien me diga que esa porción de tierra helada es parte definitiva de nuestro continente, que es realmente ANTARTIDA ARGENTINA

y entonces si mi sueño completo se vera hecho realidad y sabré entonces que sin peleas, sin batallas, sin combates, sin exterminio entre seres humanos, sin guerra yo fui parte integrante, pequeña, pero parte al fin de que nuestra Soberanía Nacional se extiende definitivamente hasta el mismísimo Polo Sur y de no ser así, también me siento orgulloso de haber sido y ser parte de una pequeñísima parte de la humanidad que tiene el privilegio de haber estado como población en el mas inhóspito de los territorios de nuestro planeta y que no en vano derrame lágrimas y parecía un pájaro bobo (pingüino) en aquellas gélidas tierras y también en el momento que ingrese al Aeropuerto El Palomar y sentí el abrazo de mi hermano y detrás de el toda mi familia y amigos (mi abuela, mis tías, primos y amigos) deje caer mis bolsos y como un niño lloré, la emoción que se siente no se la puede describir, no se la puede contar, son momentos únicos que se viven y no se repiten.

Por todo esto es que siempre lo digo y agradezco a todos aquellos que me apoyaron, me alentaron, que me enviaron una carta, una golosina, corrían a hablar por teléfono cuando llamaba a uno de los pocos teléfonos que tenia el pueblo que era en la casa de un Sr. llamado Genaro Garay Gracias a mis hermanos Daniel y Juan Carlos A mis tíos Beto y Albina A mi vieja Zulma A Gladys, mi prima, Mis primos Luisito, Titi, Carlos, Juanita y Cuqui A mis amistades como Gaby, Rosita, Raquel, Susana, Nelly Esther, Tutti, Nori También para aquellos que hoy me miran desde arriba, que ya no están pero siempre estarán en mi corazón como ser: Mi viejo José Pablo Mis abuelo Antolin (el Di) y mi abuela Pierina (la Nona) A la tía Yolanda La tía Lidia A la tía Rosa Y a mi amiga Moni. Y por sobre todas las cosas gracias a DIOS Gracias a Dios por haber realidad la concreción e un sueño. Gracias a Dios por la protección. Gracias a Dios por mi familia y amigos Gracias a DIOS por todo.

A sido este tan solo un breve relato de alguien que ha querido mostrarles y decirles en muy poquitas palabras lo que siente una persona, como yo, el hecho de haber vivido durante un año, aislado del mundo real, lejos de afectos, de amistades, pero realmente feliz, muy feliz de estar representando a mi PAIS a mi PATRIA y que el esfuerzo que hacemos cada uno de los que pisamos suelo ANTARTICO no es nada, comparado con el orgullo que siente de haberlo hecho, es la razón por la cual, se sienten deseos permanentes de volver y volvemos una y otra vez y siempre que lo hacemos nos emocionamos y nos sorprende esa tierra helada, ese continente blanco, quiera DIOS que no solamente estas generaciones sino las que han de venir, respeten como lo hemos hecho nosotros como lo han hecho lo que estuvieron antes y los que están actualmente la virginidad y la pureza de ese suelo helado. Pido disculpas, por no expresar en lo escrito todo lo correcto que esto debiera ser, pero es esta mi primera vez que escribo un relato.

José Luis Rincón

Nació en Ucacha, provincia de Córdoba, Argentina el 12 de octubre de 1954. Cursó su escuela primaria y se crió en General Deheza, Córdoba. Es Suboficial Mayor Meteorólogo (Retirado) de la Armada Argentina desde el 1 de marzo de 2007. Ha tripulado buques como el Portaaviones 25 de mayo, Crucero Belgrano, Buque Hidrografico Puerto Deseado, y la Fragata Libertad.